ACUSADO DE DEFRAUDAR A HACIENDA: Los juicios de Borja Thyssen, el niño adorado de Tita Cervera que la decepcionó

La peor pesadilla de

Carmen Thyssen, la coleccionista más importante de nuestro país, vuelve a su sinceridad

este 14 de febrero, cuando su hijo

Borja Thyssen se vea las caras con el ocupación fiscal, marcado de

defraudar a Hacienda 336.417 euros. Fue en 2010 y se baraja una multa de aproximadamente de un millón de euros y tres primaveras de prisión. Carmen Thyssen, antaño

Tita Cervera, siempre le ha sensato respaldar y evitar escándalos. Sin secuestro, su hijo prefiere reñir.

Esta es, quizá, uno de los disensos más insustanciales de los que han enfrentado a causa e hijo. En sinceridad,

Carmen Thyssen encuentra poco estético que una tribu que recibe ingentes cantidades de

metálico de las arcas públicas tenga una conducta fiscalmente reprochable. En 2022 se cerró un acuerdo por el que

los Thyssen recibirán 6,6 millones de euros anuales durante tres lustros por la cesión de su colección. A Borja le toca el 30%: aproximadamente de dos millones de euros cada año.

Borja no le tiene miedo a los tribunales y, de hecho, ya ha reses alguna que otra agarrada. En 2017 evitó dos primaveras de prisión y una multa de 2,5 millones de euros, incluso por supuesto

fraude fiscal. El metálico en disputa rondaba los dos millones de euros y procedía de

las exclusivas que Borja y Blanca Cuesta, su novia desde los 17, protagonizaban en la prensa del corazón. Desde su absolución en 2019 decidieron retirarse de la vida pública y proceder de la mansión al yate.

Por qué Borja Thyssen ya no aparece en la crónica social y lleva una vida fuera de los focos

La vida de Borja y Blanca Cuesta es prácticamente invisible, a excepción de sus apariciones puntuales en inauguraciones del Museo Thyssen. Cuesta y los cinco hijos de la pareja pasan gran parte del año en su gran casa en la colonia La Finca (Pozuelo de Alarcón). Borja, sin secuestro,

reside entre los paraísos fiscales de Dubái, Andorra y Suiza para racionar impuestos. Adicionalmente, la pareja posee un dúplex en Ibiza y un catamarán.

Aunque la batalla de Borja Thyssen con Hacienda podría deparar nuevos capítulos, en sinceridad la

pelea procesal más cruenta del heredero le enfrentó a su propia causa. Hablamos de más de

una división de enfrentamientos en los que se mezcló lo personal (lo visceral) y lo financiero, una mezcla explosiva difícil de menear. Pongámonos en situación: Tita Cervera, causa soltera en 1980 de profesión figura de la cháchara, se casa en 1985 con un barón, Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza. Y todo cambia.

Carmen Thyssen posa cercano a su hijo Borja y a su nueva, Blanca Cuesta, en una de las escasas fotos recientes que reúnen a los tres. (Foto: GTRES)

El barón Thyssen adoptó inmediatamente al pibe Borja, al que adoraba, y lo equiparó a sus hijos biológicos en su testamento. Estudió en los mejores colegios suizos y lo intentó con la capital, pero como estudiante no prosperó. Quizá ya tenía claro que con una

herencia a la perspectiva de 3.000 millones de euros siquiera necesitaría hacer demasiados esfuerzos.

En cambio, tuvo una adolescencia fructífera en lo romántico y

con 17 primaveras conoció a Blanca Cuesta. A Tita nones le gustó porque era siete primaveras maduro y la tenía por cazafortunas (poco que tantas veces le achacaron a ella), pero fingió acogerla pensando que lo suyo con su hijo no duraría. Error.

«No ha llevado a mi hijo por buenos derroteros», declaró entonces Carmen Thyssen cuando anunció que no acudiría a la boda de la pareja, ya en 2007 y viuda. «Ella no le ha ayudado a ser un hombre y en su punto le ha puesto a

hacer mancuerna y a tatuarse. He intentado ser amiga de ella durante todos estos primaveras y no me ha hecho caso», decía Carmen mucho antaño de hacer las paces.

Por qué Borja Thyssen se negó a ver a sus hermanas mellizas, Carmen y Sabina, durante primaveras

«Ella», Blanca, se casó encinta de su primer hijo y Tita pidió hasta cinco pruebas de paternidad antaño de aceptar que era su nieto. En ese mismo año, adoptó a sus

mellizas, Carmen y Sabina. Borja se negó a verlas durante primaveras. Para entonces, Borja ya recibía una pensión anual de 300.000 euros y se sabía heredero de 15 millones de euros, organizados en tres transferencias que recibió a los 25, los 30 y los 35.

El pipiolo boda vivía a todo tren y, por otra parte, vendía exclusivas. En 2004, Interviú robó las fotos de un topless de Blanca en las que lucía su nueva operación de pecho. En 2010 nació el segundo hijo de la pareja y la abuela se enteró por la prensa. En sinceridad,

no vio a sus nietos durante toda una división. «Cualquier día ella lo dejará tirado y entonces él abrirá los fanales», aseguraba la baronesa Thyssen.

Borja Thyssen fue el pibe adorado de su causa, Carmen Cervera, y lo sigue siendo. /

gtres

La situación llegó a un punto de no retorno en 2009, cuando Tita demandó a su hijo, su mujer y su abogado por irrumpir en su despacho y

sustraer documentos de su mansión. Superiora e hijo ya llevaban primaveras sin usar y parece que esta, para castigarle, trataba de impedir que accediera a su herencia.

Borja buscaba papeles testamentarios del barón: pruebas para reñir con Tita por su herencia paterna. Al final, fue

su padre biológico, Manolo Segura, antiguo amigo-amor de su causa, el que medió para asistir a un acuerdo, firmado en 2014. La paz total no llegó hasta 2020, cuando Borja recibió finalmente su deseado herencia millonario.

Hoy, Borja vuelve a ser el pibe mimado de su causa y, por extensión, del Museo Thyssen. Se reivindica como

coleccionista (siempre asesorado por los conservadores del museo) y por designación directa de Tita ejerce como uno de los 12 miembros del patronato, en el que figuran cinco representantes de los ministerios de Civilización y Hacienda.

Por qué Tita Cervera ya prepara a su hijo para sucederle al frente de la Fundación Thyssen

La todopoderosa coleccionista que es Carmen, vicepresidenta vitalicia de la fundación Thyssen que gestiona el museo, ya ha preparado a sus ejecutivos y aliados de que «Borja será

el próximo vicepresidente». El cargo no es hereditario, pero pocos osarían impedir un cambio en los estatutos.

A la ironía de imaginar a Borja Thyssen sentado al costado de un suspensión funcionario de Hacienda hay que sumar la nueva inclinación de

Blanca Cuesta, candidato a auxiliar de botiquín en su mocedad que, sin secuestro, ha rematado hacerse un nombre como pintora. Ha llegado a exponer en Curvatura y vende sus obras, de estilo espiritual neoexpresionista, por aproximadamente de 7.000 euros.