Con 68.000 millones de dólares en el costado que le avalan como la décimo cuarta persona más rica del mundo, según Bloomberg, Charles Koch (87) puede comprar todo lo que desee, incluso propulsar a un candidato presidencial con destino a la Casa Blanca. Conexo a su hermano David, fallecido hace cuatro años, fueron los artífices de que Donald Trump (76) se sentara en la Sala Oval entre 2017 y 2021, convirtiéndose en el 45º presidente de los Estados Unidos.
Sus millonarias donaciones fueron esencia. Pero de cara a las próximas legislativas del 2024, los Koch han regalado la espalda al controvertido ex mandatario tal y como afirman desde Americans For Prosperity -la fundación que maneja las marionetas políticas- porque consideran que “hay que acontecer página” y “suponer por un candidato que pueda triunfar y haga avanzar a nuestro país”
En Wichita (Kansas)
Charles raramente concede entrevistas, prefiere sostener un perfil bajo y está casado felizmente desde hace cinco décadas con Liz, con quien ha tenido dos hijos, Elizabeth (47) -editora y escritora- y Chase (45), director ejecutor de Koch Industries. Este conglomerado tiene su origen cuando en 1927, el patriarca Fred Koch inventó un método válido para refinar el petróleo y obtener gasolina. Su hijo Charles diversificó la empresa en otros sectores como los servicios financieros, la industria química, minerales o papeleras.
De los cuatro hermanos es el que menos ha invertido en beneficios raíces. Le gusta más el poder en sombra. Ha sido el único en tener su residencia principal en Wichita (Kansas), ciudad en la que todos crecieron, que consta de una enorme mansión con una vasta extensión de dominio; igualmente posee una casa de 550 metros cuadrados en la elitista temporada de esquí de Aspen, un casa en Vail (Colorado) y otra casa de reposo en el mega exclusivo resort Vintage Club, cerca de Indian Wells (California).
Su hermano David
David igualmente fue una estancia fundamental en el engranaje político ultraconservador que ha luchado desde siempre frente a la posibilidad de tener un gobierno comunista. Pero igualmente es el que ha protagonizado más páginas de chismorreos por sus caprichos. Tras la crimen de Jackie Kennedy en 1994 compró su penthouse de la Villa Avenida por 9,5 millones de dólares de la época. Luego compró un dúplex en 2004 por 17 millones de dólares en el 740 de Park Avenue, la dirección más monopolio de Nueva York porque allí pasó parte de su infancia Jackie y su hermana Lee y igualmente porque John D. Rockefeller Jr. adquirió a principios del siglo XX el tríplex de 1.800 metros cuadrados. En la civilización popular se dice que quien hereda el ático más alto en el 740 igualmente hereda el trono adentro de la sociedad neoyorquina.
Igualmente poseía una townhouse (mansión urbana) de casi 1.400 metros cuadrados por la que pagó 40,2 millones de dólares y varias mansiones en Florida y Southampton. A su crimen en 2019 a los 79 abriles, su viuda, Julia, y sus tres hijos -David, Mary, John- heredaron el 42% de las acciones de Koch Industries. En la hogaño, Julia sigue siendo la mujer más rica del planeta con 58.000 millones de dólares.
Los otros dos hermanos son Bill (82), un ávido patrón con una fortuna de 2.000 millones de dólares que principalmente colecciona arte y le apasiona tanto navegar que en 1992 ganó la Copa América. Y Frederick, fallecido hace dos abriles, se desinteresó de la política para centrarse en labores filantrópicas y coleccionar objetos relacionados con el Antiguo Oeste, como la única fotografía del pistolero Billy ‘El Pibe’ por la que pagó en una subasta 2,3 millones de dólares.
Los Koch siempre han estado en el punto de mira por sus movimientos oscuros y secretos para seguir ostentando el poder en la sombra. Sus empresas son las que más aguas contaminan, han financiado campañas en contra del cambio climático, están vinculados al Tea Party y quisieron eliminar la Seguridad Social y el salario imperceptible.
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