
La pianista clásica estadounidense Lara Downes tiene una encargo. Su objetivo notorio: popularizar la música clásica de compositores afroestadounidenses.

Downes, presentadora de su propio programa de radio, cita a Scott Joplin (1868-1917) como una de las figuras fundamentales de este panorama. Aunque su influencia se deja apreciar sobre todo en la música popular estadounidense, todavía ocupa un área en el ámbito clásico.
Conocido como el “rey del ragtime”, Joplin creó sus obras más famosas para piano (Maple Leaf Rag, en 1899, y The Entertainer, en 1902), pero todavía compuso una ópera convocatoria Treemonisha (1911), con medios de canciones folclóricas y espirituales negros, adyacente con coros y arias.
Cuando Joplin se presentó en Chicago con motivo de la Feria Mundial de 1893, “el ragtime llegó por primera vez al gran notorio” y causó sensación, según Downes. El ragtime que fue precursor del jazz, “fue un puente entre los siglos XIX y XX” según explica y Joplin influyó en pianistas de jazz como Jelly Roll Morton (1890-1941) y Duke Ellington (1899-1974).
El ritmo sincopado del ragtime “fue la innovación”, dijo Downes. “Por eso el ragtime cautivó la imaginación de todo el mundo. Toda la música popular que escuchamos tiene el ritmo sincopado” que introdujo el ragtime: el jazz, el blues, el rock & roll y el hip-hop. “Todo se remonta al ragtime”.
Un gran patrimonio musical
Aunque los músicos y compositores negros siempre han desempeñado un papel destacado en la crecimiento de la música popular estadounidense, todavía han hecho importantes incursiones en los círculos clásicos.
Downes admite que ella misma creció pensando que la música clásica era una tradición europea. Posteriormente de estudiar piano durante casi toda su vida siendo una inexperto adulta exploró su propio patrimonio afroestadounidense buscando obras de compositores negros, y descubrió que los afroestadounidenses habían compuesto conciertos, sinfonías y óperas.

Encima de descubrir Treemonisha, de Joplin (que, según muchos estudiosos, inspiró la ópera Porgy and Bess, de George Gershwin, de 1935), Downes se topó con las obras de Florence Price (1887-1953), la primera mujer afroestadounidense cuya música fue interpretada por una gran fanfarria sinfónica, y William Grant Still (1895-1978), cuya prolífica producción incluye cinco sinfonías y ocho óperas.
En los últimos abriles, el conocimiento de los compositores afroestadounidenses ha “explotado en el interior de la comunidad de artistas [clásicos] y amantes de la música”, dijo Downes.
Exención al siglo XXI
Según Downes, los compositores afroestadounidenses actuales de música clásica suelen aportar una nueva perspectiva. Mencionó dos ejemplos: Carlos Simon, compositor residente del Centro John F. Kennedy para las Artes Escénicas (en inglés) de Washington, y Jessie Montgomery, compositora residente de la Orquesta Sinfónica de Chicago (en inglés).
Simon, natural de Atlanta y con raíces en la música gospel, compone con frecuencia para la Banda Sinfónica Franquista y la Ópera Franquista de Washington, y ha escrito obras de encargo para la Filarmónica de Nueva York y la Filarmónica de Los Ángeles. “La música es mi púlpito. Ahí es donde predico”, declaró al diario The Washington Post en 2022.

Montgomery, de Nueva York, ha escrito obras para solos, de cámara, vocales y orquestales. “Su música entrelaza la música clásica con medios de música vernácula, improvisación, poesía y conciencia social, lo que la convierte en una aguda intérprete del sonido y la experiencia estadounidenses del siglo XXI”, según la página web de la Banda Sinfónica de Chicago.
La música compuesta por los artistas clásicos afroestadounidenses de hoy en día contiene “ecos de jazz y espirituales, que abarcan la plenitud de la música estadounidense”, afirma Downes. Por ejemplo, cita la música de Michael Abels que incluye piezas orquestales, conciertos y óperas adyacente a partituras cinematográficas que desafían los géneros. Incluso destaca que Rhiannon Giddens, quien estudió ópera, explora en sus obras amplias tradiciones musicales que abarcan muchos aspectos.
Downes indica que colabora con muchos compositores negros que reflejan “el tipo de mundo en el que queremos habitar, y nuestra humanidad global” creando “poco bello y atemporal” a partir de sus experiencias más desgarradoras. Agregó: “Lo que más me enorgullece de la música estadounidense es su capacidad para imaginar poco mejor y transmitir esa esperanza al notorio” en todas partes.