El cine también son cortos

Daniel Andrés Ruiz Sierra (@TatoRuiz)

Cuando los premios Oscar se acercan,  se empieza a ver un alboroto de cinefilia mainstream por cuanta red social existe. Entre más se aproximan los populares premios, más expertos y críticos aparecen. Pero allí de ser esto una crítica y una camelo soterrada y socarrona, me despierta una alegría enorme porque, por lo menos durante unos pocos meses, el cine tiene protagonismo, independiente de si las salas reciben o no hordas de concurrencia.

Y entre las grandes categorías, o sobre las que tienen todos los radares e intereses puestos, hay varias que pasan completamente desapercibidas, como las de los cortometrajes, ese formato que difícilmente tiene salida comercial, pero que es mucho más estimulante; puerta de entrada a la industria y, en común, al medio. Un formato en el que es posible tantear con absolutamente todo.

No escribiré sobre el formato en sí, sino sobre los cortometrajes que hacen parte de la categoría a Mejor Cortometraje Animado, y que no llegarán a salas – sería lo más ideal ,o por lo menos, encantador. La gran mayoría es posible verlos en plataformas como Youtube – uno en la plataforma de Apple – y claro, navegando por ahí, en el mundo de lo deliciosamente alterno e ilegal.

En 2019 el escritor, y asimismo ilustrador y cómico sajón, Charlie Mackesy, lanzó el ejemplar pueril “The boy, The mole, The fox and The horse”, que rápidamente se volvió un bestseller. Lo que narra es el expansión de una amistad entre un solitario irreflexivo y cuatro animales que encuentra entre la carencia, en un espacio solitario y en extremo frío. La historia y las relaciones que se arman entre sus personajes da cabida a una retahíla de optimismo y frases tan honestas como edulcoradas, perfectas para replicar en redes sociales.

La acoplamiento al cine, con el mismo nombre, contó entre su equipo con el mismo Mackesy y está dirigida por el asimismo escritor Peter Baynton (Paddington II). ¿Y qué vemos ahí? Un estilo de animación sobria y congruo limpia que ya estaba plasmada en el ejemplar. Es una impecable propuesta que ya hacía Mackesy en su obra y es inexcusable no pensar en las ilustraciones de Winnie The Pooh, y específicamente el personaje de Christopher Robin, que se parece congruo a su protagonista. En el cortometraje asistimos a las constantes preguntas que se hace su pequeño protagonista relacionado a encontrar un circunscripción en el mundo y, en común, a lo que significa crecer y entender relacionarse socialmente con quienes nos encontremos en el camino, lo que incluye aceptar las diferencias y ser completamente amable con el otro. El corto asimismo tiene un sentido del humor congruo inocente y blanco. Quizás los 35 minutos que dura la dormitorio lo hagan poco empalagoso, pero es perfecta para quienes disfrutan sobremanera con una película contada desde la benevolencia y las necesarias muestras de bondad. Entre sus productores está J.J. Abrams (Bad Autómata Productions) y Woody Harrelson, y entre los actores está Idris Elba (el zorro), el irlandés Gabriel Byrne (el heroína) y el actor inglés Tom Hollander, como el simpático topo. Pueden encontrarla en Apple TV.

Desde Canadá, aparece un cortometraje recientemente vencedor en Sundance y que asimismo tuvo su paso por Annecy 2022, el Toronto International Film Festival, el AFI Fest, entre otros. “The Flying Sailor” se remonta a 1917 y da inicio con un tono festivo y de proeza que va mutando a uno de suspenso y total intriga. En el estación de un pequeño pueblo ocurre el inesperado choque de dos barcos de carga, y que previamente se nos narra, uno de ellos transporta material delicado, o mejor, mucho peligroso (la forma en la que se narra el peligro seguro los llevará a recapacitar los dibujos animados de la Warner Brothers). En presencia de el choque, la ojeada curiosa de un marinero que enciende un cigarrillo y luego: una colosal arranque.

El marinero, protagonista, se hace un delirio de carnicería volando por los cielos, donde repasa toda su vida mientras, al tiempo, se van desprendiendo poco a poco sus prendas hasta venir a ser una masa macaco. El corto, inspirado en hechos reales, lo dirigen Amanda Forbis y Wendy Tilby y tiene consigo una mezcla de humor irritado y lo que podría parecer una advertencia sobre el individualismo, encima de evidenciar el milagroso suceso en el que Charlie Mayers sobrevivió en la arranque de Halifax el 6 de diciembre de 1917, luego de acaecer volado más de 2 kilómetros. Es una dormitorio auténtica y completamente atractiva que asimismo me recuerda a la vergüenza de “Les Triplettes de Belleville”, la película animada de Sylvain Chomet. El corto pueden verlo vía youtube

“An Ostrich Told Me The World is Fake and I think I Believe it” es otro de los nominados y un espléndido entrenamiento de stop motion del australiano Lachlan Pendragon, que cuenta el terrorífico lío en el que se ve envuelto un oficinista, Neil, cuando se da cuenta de los defectos que tiene el universo en el que está inmerso. A ello llega gracias a la aparición de un enorme avestruz que le pertrechos conversa, mientras Neil está completamente solo en su espacio profesional. Todo suena de terror, pero está contado en secreto cómica. Me parece que es una propuesta altilocuente que tiene un punto ‘buñuelesco’. Para relatar el conflicto, su creador decide mostrarnos dos universos; el del personaje principal y, detrás, como una suerte de behind the scenes, queda en evidencia el trabajo en stop motion, el proceso de animación, el trabajo de obra. Es cine internamente del cine, un auténtico conjunto que me hace recapacitar trabajos tan geniales como “The Truman Show” o “Stranger than Fiction” solo que aquí, el ilimitado mundo de la animación nos lleva a cosas aún más significativas. Lo pueden encontrar en plataformas “alternativas” o poniendo su nombre en Twitter😉. No tiene desperdicio.

Mi gran protegido, y el que despertó risitas mientras ocurría la presentación oficial de los nominados a los Oscar. ¿Se acuerdan? (tengo aún clavado el “no comments” de Allison Williams). “My Year of Dicks” es un cortometraje totalmente intoxicante, auténtico, deslenguado, soez y tremendamente divertido. Lo dirige la islandesa Sara Gunnarsdóttir, la misma que se encargó de las animaciones de la hiperfantástica “The Diary of a Teenage Girl” (2014). El cortometraje está basado en el ejemplar “Notes to Boys (and Other Things I Shouldn’t Share in Public)”, escrito por la norteamericana Pamela Ribon, coguionista de “Ralph Breaks the Internet” (2018), coescritora de la historia de “Moana” (2016) y asimismo escritor de este cortometraje, que cuenta el delirio íntimo que vive una adolescente de 15 abriles a comienzos de los 90, y quien decide embarcarse en una tarea puntual: encontrar al tipo ideal para dejar de ser casto. El problema es que se encuentra con cada idiota, que es tan difícil venir a la deseada meta. El cortometraje está dividido en cinco capítulos y cada uno es mejor que el otro, haciendo que el botellín sea el que, sin duda, los va a hacer destornillarse de risa. A las animaciones, que tienen un estilo congruo peculiar, una mezcla de rotoscopia, poco de motion graphics y animé, entre otros, se le suma un material de archivo (o con ese objeto, si es que no es 100% verdadero), que nos devuelve a la estética de las webcams de finales de los 90’s comienzos de 2000 y donde su protagonista hace atuendo de su desesperada aprieto. Lo pueden ver vía Vimeo. 

El único que hasta el momento no he podido ver, estando en esta parte del mundo (Latinoamérica), es “Ice Merchants” del portugués João Gonzalez. La cuenta de Youtube (video con el Behind The Scene) de The New Yorker, lo tiene exclusivamente para otras regiones.  En él se cuenta la historia de un padre y su hijo, quienes viven en una casa que está colgando en una montaña (una cosa muy vertiginosa). Diariamente, padre e hijo tienen que saltar en paracaídas para poder venir al pueblo y así traicionar el hielo que producen. Ya desde el tráiler uno puede adivinar que es otra impresionante pequeña obra. Si la llegan a tener, o conseguir “por ahí”, no duden en contactarnos.