«El jazz es el caldo de cultivo perfecto para mezclar músicas»

Iván ‘Melon’ Lewis está está «en medio de un inmovilidad de viajes», de septentrión a sur, de Europa a América. Está girando con Ara Malikian desde hace 4 primaveras y a la par «empujando sus proyectos». Eso significa presentar las merienda canciones que componen ‘Voyager’, el trabajo que en 2021 le valió el Premio Grammy al Mejor Disco de Latin Jazz. No le gusta afirmar «el zaguero» sino «el más nuevo». Lo presenta mañana, en el Palacio de Festivales (19.30 horas).

–El título del disco, ‘Voyager’, parece hacer honor al momento dinámico en que se encuentra.

–(Ríe) Está clarísimo. De hecho al próximo quizá lo llame ‘Comunidad’, ‘Casa’ o ‘Quietud’, a ver si ardor un poco a eso. A mí me gusta desplazarse, soy un inmarcesible agradecido por poder estar haciendo de modo profesional lo que más me gusta, pero además me gusta compartir con mi adolescente de 17 primaveras y con mi esposa, con mi clan. Es la cara menos amable de tanto alucinación y tanta actividad que no atienden a fechas.

–En este disco grabaron de forma diferente a otras ocasiones, según ha detallado. ¿Dónde estuvo la diferencia?

–La diferencia está en que fue un disco que concebí de principio a fin en una habitación, sin salir, sin tomar refrigerio, porque estábamos en ese momento que pocos olvidaremos que fue el confinamiento. No se lo quiero endosar a eso. Incluso creo que un poco coincidencia, porque yo siempre estoy pensando en música, sobre todo cuando voy conduciendo, que es cuando se me despierta la musa. Con anterioridad nos dieron tres meses metidos en casa que fue como un recuentro con mi etapa de estudiante, de la que guardo buen retentiva. Siempre me he considerado un estudioso, para agenciárselas y mejorar la técnica. En esta ocasión pasé seis o siete horas al piano cada día y cuando terminamos el confinamiento me di cuenta de que tenía hecho el disco.

–Metió usted en una habitación los ritmos afrocubanos, el flamenco, el jazz avant garde y la música tradicional cubana…

–¡Todo lo que se pudo, yo lo pille! Todas esas corrientes musicales y más, son las que conforman mi background, mis influencias. Me formé básicamente en Cuba, a partir de la música clásica que se enseña en la escuela y en la calle donde tienes todos los sonidos de las orquestas bailables, del folclore, el guaguancó, la rumba…Luego en España, en el conservatorio de música de Cáceres, hice un par de cursos y llegó, de modo directa, el colisión con la música flamenca. Tuve la suerte de trabajar con el avezado Paco de Lucía y estudiar todo lo que hizo y aportó. Por otra parte soy de los que siempre ve el vaso medio empachado, además en la música, quitando algunas cosas que no me llaman la atención.Todo eso deja una huellita en mí que de repente sale y ahí está.

–No cree que el jazz sea una música para entendidos. Entonces, ¿qué es?

–Creo que el jazz en sus inicios no fue una música para entendidos, para melómanos. El jazz nació como todas las manifestaciones musicales, como una carestia de expresión de gentío que estaba ‘fregá’. En Estados Unidos llegó a convertirse en una música popular que se bailaba. En los primaveras 20, todos los pianistas entraban en las listas con temas que se convirtieron en estándares. Incluso en los clubes de blancos en una época de segregación étnico. El jazz estaba ahí jugando un papel súper importante, con lo cual, en ese tiempo que se consideran inicios, era un clase popular al cual la inmensa mayoría del divulgado liso tenía camino. Poco a poco se fue sofisticando y complicando técnicamente porque siempre ha tenido un componente muy importante en la ejecución del músico que lo interpreta. Guitarristas, trompetistas y pianistas demostraban en los solos su dominio del herramienta. Por eso siempre defenderé que no tiene que ser un clase para selectos y críticos. Habrá gentío con mucho conocimiento que pueda investigar más y gentío que solo quiera cerrar los luceros y disfrutar una canción. Todo es válido.

–Chucho Valdés, que actuó en Cantabria el pasado verano, afirma que el jazz da la oportunidad de afirmar lo que uno piensa con decisión absoluta. ¿Comparte esa visión?

–Suscribo esas palabras del avezado y añado que no solamente me da decisión para eso, sino el espacio y caldo de cultivo consumado para combinar, mezclar, sumar música. Esa pelea tonta de entre algunos, no todos, músicos o críticos de lo clásico en contra del jazz, y al contrario, me parece de lo más irracional y retrógrado. A mí no solo me permite expresarme de una modo autónomo, sino que es consumado para probar. Tiene la versatilidad necesaria para mi modo de entender y advertir la música.

–Hablando de sumar y aportar, ¿qué importancia tienen los músicos que le acompañan?

–Uf, imagínate… Precisamente por las características de este clase, tienen toda la que ellos mismos sean capaces de aportar, porque la música está escrita, con unas estructuras que normalmente respetamos, pero intento con los músicos que me acompañan, que creemos entre todos el espacio consumado para la proposición. Para que nos sorprendamos, para que el solo no sea siempre el mismo, para que el discurso y el sonido cambien… El entorno es el que es, pero el contenido, que todo el mundo se emocione, aporte y quiera flipar, como decís aquí en España, lo intento. Crear esa ámbito popular, aunque llevemos dos primaveras tocando una canción.

–¿El Grammy que recibió en 2021 significa alcanzar el éxito?

–No te voy a desmentir, claro que sí, que me ha alegrado muchísimo y me siento muy orgulloso, pero no soy una persona competitiva. Nunca he ido a concursos y menos en una materia tan subjetiva como el arte. Un premio socialmente tan importante como un Grammy representa un empujón, un registro a mi trabajo, a mi trayectoria que espero que no vaya ni por la fracción, porque tengo mucha música en la comienzo y necesito sacarla. Agradezco profundamente que una estructura tan prestigiosa para la carrera de los artistas, haya tenido a proporcionadamente dármelo. Todo el esfuerzo que constituye hacer y comportarse de la música, cuando te lo reconocen, ya no sientes que estás remando en una piscina vacía. Al final, se negociación de mi primer gran premio.

–Pero como con el disco, puede que no el zaguero, sino solo el más nuevo.

–(Ríe) Nadie hace música, escribe, pinta o diseña para tomar premios. Lo hacemos porque es una carestia, pero si llegan, bienvenidos.