«Es excitante saberse parte de una corriente viva y nueva que mira a nuevos tipos de películas»

«Papá, ¿dónde está el señor ese con la cara?», le ha preguntado su hija a Elías Valeroso Siminiani (Santander, 1971). El triunfador del Goya a Mejor Cortometraje de Ficción tiene la sensación de que Lauri «va a corretear proporcionado con él», uno de los usos «más legítimos y nobles» para el premio. Formar parte de la foto habitual del montañés, que tras cuatro nominaciones se hizo el sábado con su primer ‘testarudo’ por la obra ‘Cimentación emocional 1959’.

–A la cuarta va la vencida.

–Sí, siempre he sido un tardío de la vida. Fui tardío para hacer mi primera peli,para ser padre y incluso para ingresar un Goya. Es mi sino, supongo. Pero estoy muy contento.

–La frase repetida de «no me lo esperaba», al dar asilo el premio, ¿ha sido incluso así en su caso?

–Creo que esta vez es la que más cerca sentía que estaba de conseguirlo, pero había rivales muy fuertes. Particularmente ‘Cuerdas’, que caldo seleccionado desde Cannes y ha tenido un trayecto internacional enorme. Son adicionalmente rivales muy buenos; ‘Sorda’, que incluso es muy potente, ‘Chaval’, un plano secuencia de 28 minutos impresionante… Siempre hay inquietud hasta que oyes el nombre.

–La calidad de los trabajos ha sido un comentario genérico sobre los proyectos presentados este año.

–Sí, está por ver si este año y el próximo se va a repetir una cosecha como la que hemos tenido, porque es generalizado. A nivel cortos, pero sobre todo largometrajes, muy probablemente ha sido el mejor año del cine gachupin de los últimos treinta. Ha llamado la atención el nivel de las películas y que ese nivel viniera de directores que marcan una nueva engendramiento o que hasta ahora los veíamos despuntar más en ‘Ópera Prima’ o ‘Insignia’, pero no en ‘Mejor Película’ y a eso sumamos el número de mujeres, poco que no se había legado nunca.

–¿Se siente testimonio de un cambio generacional?

–Al final es ley de vida el paso del tiempo. La de ayer no deja de ser la vestimenta de Carlos Saura. De alguna modo, hay todo un rama, porque Alberto Rodríguez y Pilar Palomero no son de la misma engendramiento, pero sí tienen una observación a un tipo nuevo de cine. O novedoso para el imaginario del cine gachupin. Las generaciones anteriores tienen aún mucho cine que dar, pero es excitante saberse parte de una corriente viva y nueva, que tiene que ver con la entrada de nueva tipología de películas, de directores y de mujeres en los puestos de mando creativos.

–¿Es excitante ser parte, pero en qué beneficio se ubica usted?

–Soy talludito aunque esté unido al cortometraje (ríe). Mi trayectoria es un tanto raruna; es mi cuarta nominación y he hecho dos cortos en los últimos primaveras, compaginándolos con dos series de investigación periodística documental. Se asocia cortometraje a cineasta inexperto, que normalmente es así, pero soy de la idea de que el corto es un formato en sí mismo y no tiene que ser un trampolín o una maleable de presentación, aunque pueda serlo. De hecho, si he vuelto a hacer cortos es por voluntad propia, por lo que tiene de facilidad creativa, de control sobre el contenido y de beocio intermediación con financiadores, entendido en término amplio.

–Decía cuando hablamos de su nominación, que era la semilla para un plan más prócer para el que el Goya sería un respaldo importante.

–Ese es el plan. Es la primera vez que me acercaba al hecho arquitectónico como núcleo ilimitado de la propuesta. Poco que parte de un interés de primaveras, propio, con la idea de probar el lengua que despliega el corto y que tiene que ver con hacer una película de época sin época. Ese examen quiero hacerlo en un largometraje en el que llevo tiempo trabajando, en la parte conceptual y de contenido.

– ¿Y en qué momento está?

–Estamos en el momento de investigación propia y el año que viene espero poder sentarme a dar forma al libreto y nacer a averiguar financiación. Es una película ambiciosa, de un presupuesto mucho más stop de los que yo he manejado hasta ahora. Se fogosidad ‘Reconstrucción’ y tiene que ver con esa reconstrucción en Europa a posteriori de sendas guerras, mundial y civil en España. Y a ver hasta dónde llego. No es un plan tratable de soliviantar, pero sí creo que un corto singular como este, que ha hato el Goya, la Espiga de Oro y está teniendo una buena acogida entre el sabido, es un respaldo importante para averiguar financiación.

–Mencionó en su discurso, al dar asilo el premio, varios lugares; cines que ya no existen en Santander.

–Hasta que me mudé a Murcia, con merienda primaveras, iba al colegio Verdemar y recuedo que nos hacían sesiones en el Kostka. El Capitol era el cine de sábado donde vi todas las películas de mi infancia. Esos sitios son lugares en los que se van posando muchas intuiciones, sensaciones y emociones que germinan en la voluntad de hacer eso. Ahora, cuando voy a Santander, tenemos la Filmoteca, Los Ángeles y los Groucho, que están luchando contra capa y espada, pero me da mucha pena que no haya más cines comerciales en el centro y tengas que irte al Bahía o Peñacastillo. Que yo voy, pero la experiencia cinematográfica para mí tiene que ver con el previo, el paseo, la salida…

–La ceremonia cinematográfica.

–La ceremonia, exactamente. En ese sentido, hago un citación para apoyar a los cines Groucho que están haciendo una actividad singular para aguantar cine de autor al centro de Santander.

–¿Dónde puede ver el sabido su trabajo recién premiado, ‘Cimentación emocional 1959’?

–Ahora mismo está en Movistar y espero en breve poder llevarlo a Cantabria, a algún festival y en cualquier caso, poder presentarlo pronto en la Filmoteca.