“Haga la música que haga, siempre estoy mirando atrás, al pasado, la continuidad de las cosas bellas es algo hermoso e

Mayte Martín (Barcelona, 57 abriles) es una de las grandes voces de la música en España, tanto en su condición de cantaora (ganó ya en 1987 la Lamparón Minera en el Cante de las Minas) como en la de cómico abierta a otros mundos (Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes en 2021). Mañana viernes llega al teatro Filarmónica con todas las entradas vendidas interiormente del ciclo de Jazz que organizan la Fundación Municipal de Civilización y el Centro Doméstico de Difusión Musical y con un repertorio que es casi una primicia (lo estrena esta sombra en Madrid, en el Teatro Doméstico) y por el que se mete en las varias pieles que le gusta habitar: torera, tango, canción de autor…

–¿Qué son estos “Tatuajes”?

–No consiste en otra cosa que en una colección de algunas de las canciones que más me han conmovido, que tengo en mi registro emocional y que la mayoría del manifiesto, si no todo, las tiene igualmente como referentes. Quería aunar esas canciones y dedicarles un espectáculo que igualmente viene a ser una especie de agradecimiento, de rendir pleitesía y corresponder y reverenciar a los grandísimos autores que han parido estas canciones y a los cantantes que les han poliedro vida, forma y las han convertido en lo que son, clásicos de la música universal.

–“Alfonsina y el Mar”, “Te conmemoración Amanda”, “Lucía”… ¿Solo repertorio en castellano?

–No. Incluso está esa maravillosa “Ne me quitte pas” de Jacques Brel, canción italiana, brasileña… Y, sí, repertorio en española como “Gracias a la vida”… Son canciones que todo el mundo que ama la música y todo amateur las entiende como referentes, composiciones míticas.

–El título hace relato a canciones metidas en la piel. ¿Cuándo se le metió a usted la canción interiormente?

–Desde que tengo uso de razón, y ayer de poder construir una frase coherente, tenía ya el impulso de cantar y componer canciones, nombrando cosas que veía y cuyo nombre conocía. Ayer de ilustrarse a charlar ya cantaba. Mi primera palabra musical es el flamenco, que siempre continuará conmigo. Es una música que llevo en el alma y de la que yo no me puedo ni quiero desligarme por varias razones. Mi padre era malagueño y esa era la música que trajo en su maleta cuando morapio a Cataluña. Esa fue la razón por la que yo empecé a cantar flamenco y no otra cosa. Siempre digo que si mi padre hubiera sido brasileño yo hubiera cantado bossanova, aunque luego de me habría rajado, como fue mi caso, a otras músicas. Porque el flamenco es mágico y maravilloso, pero desde muy inexperto me sentí atraída por otras músicas y las he interiorizado, forman parte de mi ADN igualmente. No son músicas extrañas con las que yo prueba, aunque odio esa palabra.

–¿Tantear?

–Sí, los experimentos se hacen en casa, pero cuando uno comparte poco, desde luego ese es mi caso, no tiene ausencia que ver con el deseo de tantear, sino con comunicar. Puedo tantear cuando estoy escuchando música y buceando en ella, entendiendo todo de esa música y ese tipo. Pero cuando la comparto, todo eso está ya filtrado. Incluso creo que ahí hay otro error, el de gritar tipo a un repertorio, a una selección de canciones que forman parte del torera, del tango o del flamenco. Los géneros son poco más que un repertorio, los géneros tienen una idiosincrasia propia, una modo exclusivo de ser y ser sentidos, y detrás de un tipo hay todo un mundo, no solo un repertorio. Esa es la hechicería, poder filtrar todo eso en cada canción, cuando efectivamente estás chapoteando en el tipo, buceando en él, dejándote soportar por ese sonido que es diverso en cada caso.

–¿La condición de “cantaora” es más propicia a ese sincerarse a otros charcos?

–No necesariamente. Una persona que tenga en su registro vocal y emocional cantar flamenco no tiene por qué poder cantar otras cosas. Yo soy cantaora porque desde muy pequeñita me he dedicado a cantar flamenco, y no es que me abriera a otras músicas, ya estaba abierta, es hasta que las descubro y penetran en mí. Pero hay muchedumbre que solo canta flamenco y es guay. La versatilidad no es un valía en sí mismo. Ser versátil o no serlo es como tener los luceros azules o verdes. Si lo eres, significa que necesitas expresarte sin estar encajonado en ningún tipo. Eso es lo que significa, no que puedes, sino que necesitas expresarte en otros idiomas, que salgan otras Maytes que con el flamenco no salen. O no del todo.

–¿Y en este concierto cómo atiende a los distintos géneros?

–Es una cuestión esencial y emocional. Si estás con un tango hay que atender al tango, no querer encontrar el flamenco en un tango ni el tango en el flamenco. En este repertorio hay cosas de naturaleza muy diferente que tienen en global mi modo de tratar las músicas. En cada tema he cuidado mucho de que ninguna canción pierda su idiosincrasia. He procurado que guarde la esencia de lo que es. Si pertenece al folclore argentino, por ejemplo, he procurado hacer lo que entiendo que es el folclore argentino, y no meterse en jardines. Tienes que creer. Yo voy a hacer ahora estos conciertos y si siento que desmerezco a alguno de esos temas, esto está vivo y yo lo exento del repertorio. Es atún porque igualmente me voy a valorar de alguna forma, nunca he cantado en un mismo repertorio cosas de naturaleza tan distinta.

–Canciones, adicionalmente, tan conocidas que pesa toda su historia, y la historia que lleva todo el manifiesto con esas composiciones.

–Aquí hay muchos retos, pero ese es el más atún. Cosas que la muchedumbre ha escuchado en la voz de Mercedes Sosa, que para mí ha sido una de las cantantes más grandes de la historia en todos los géneros, o la interpretación magnífico de Brel… No quiero sostener que me enfrente a eso, pero tengo que dejar que esas canciones que ya me han penetrado salgan con toda esa carga que durante todos estos abriles han adquirido interiormente de mí. Está todo ese contenido emocional y igualmente soy consciente de que todo el mundo al que le gusta le música va a conocer, por lo menos, 11 o 12 de los 16 temas. Es un oposición pero es atún, respetuoso, muy cuidado, una aventura maravillosa que me pongo a residir con la muchedumbre. Y estoy segura de que quien le guste mi modo de expresar lo va a disfrutar igual que el flamenco. Porque con estas canciones soy tan yo como lo soy cantando por soleá.

–Viene con un trío: Nelsa Baró al piano, Guillermo Prats al contrabajo y Vicens Soler a la hilera.

–El formato es nuevo, y es la primera vez que meto la hilera en ocupación de una percusión. Y me encanta, porque como lo hemos trabajado de una modo cuidada y orgánica es una hilera que se adaptar a los múltiples matices. Ojalá que disfrute la muchedumbre y que los muertos de estos temas se sientan en paz con mi recital. Eso es muy importante. Al final, haga la música que haga, yo siempre estoy mirando detrás, al pasado. Y eso es poco muy hermoso y muy importante, la continuidad de las cosas bellas en esta época en la que más que nunca están en peligro de olvidarse. Porque sé que hay personas que se encargan de educar a sus hijos en el arte y cuidar de que se formen un buen criterio, pero no creo que las nuevas generaciones estén escuchando a Jacques Brel si no se lo ponen.