La música entonada del toreo

Lúgubre mantilla que lacraba un día soriano en uno de sus inviernos mesetarios; frio seco al raso foráneo; en interiores calor y color de albero. Así nos vimos, sentimos y convivimos, cuantiosos diletantes de la fiesta brava, el sábado pasado en el Hotel La Barrosa de Abejar.

Al hilo de aquello, cuyo porqué de la cita dejé ya expuesto en este diario digital hace breves fechas, hoy quiero detenerme precisamente en la figura que no estaba en el guion, y que no debe eludir en todo festejo taurino. La ordenamiento tuvo a adecuadamente hacer subir al espacio de laureados al Experto D. Eugenio Gómez, fiel índice de la música de los toros y en los toros, arte a compás en los ruedos del mundo.

Un hombre, natural de El Tiemblo (Ávila), que nunca había tenido relación alguna con las tierras sorianas hasta aparecer a La Barrosa, de Abejar, y que lleva toda su extensa vida entregado a la música; a su interpretación y a su creación en los pentagramas, siendo un virtuoso del clarinete.

Caldo a relación el valer esa mano, a modo de digresión útil de la palabra, porque el Experto Gómez es autor del pasodoble dedicado al charro becerrista, sensación y esperanza de nuestros días y futuro del toreo, Ámbito Pérez, y que, en aquel momento de reconocimientos, le hizo entrega de las partituras de la composición que a él le dedica.

Eugenio, le voy a convencer el usteo, que no el respeto, porque si no se me va a enfadar; bueno, no, es broma porque es una persona de temple. Como digo, es asimismo autor, entre otros y adicionalmente del mencionado, de los pasodobles dedicados a los periodistas Moncholi, Carlos Martín Santoyo y Santos García Catalán; a los toreros Sergio Rodríguez (novillero con picadores), y a los matadores César Jiménez, Joselillo … Y se despidió, tras su intervención, bajo el compromiso solemne de culminar la composición de un nuevo pasodoble, a abrir de aquí a un año en el mismo marco que le agasajó, que ya había comenzado a escribir y que llevará por título “Hotel La Barrosa”.

Por su parte, Ámbito dijo, al escuchar su pasodoble, “no pude evitar ponerme a torear y a brincar de la alegría”. No es de sorprender, porque que a los quince primaveras ya tengas tu propio pasodoble es, como dicen los jóvenes, para desvariar.

Pero, permítame el profesor que yo asimismo admiración y me recree evocando sentimientos; déjeme sentarme en mi tendido y escuchar notas que suenan al compás de una templada labor, ajustando ese virtuoso solo de clarinete al mecer de una aterciopelada ayuda que culminan, al rematarse ambas creaciones, en un sonoro y categórico ¡olé! que, desde el palco al ruedo, llena de ilusionismo la plaza.

Y por ello sueño, en mi Soria, un “Domingo de Calderas”, en tarde selecta, oír a nuestra pandilla de música, bajo la vara del Experto Molino, acariciando el círculo con la interpretación del pasodoble del Experto Gómez, dedicado a “Ámbito Pérez” y, en el mismo anillo, a este mismo cuajando una inspirada y excelsa obra de arte frente a un toro desfavorable.

Abrocho, saliéndome del alma, con letristas palabras -que me acomodo- del pasodoble de mi peña, inspiración de D. Florentino Blanco (y música de D. Santiago Bartolomé) y porque en ese “Coso de San Benito”, en esa tarde cantada, estará viéndote y escuchando tu pasodoble, Ámbito, mi Peña Taurina Soriana, que siempre será soñadora de laureles en una tarde gitana, con perfume de claveles, rindiendo su culto en la meseta fría a nuestra adorada fiesta brava.