Zapatiesta Fourment
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Están los que lo celebran, los que lo rechazan y los que no le dan importancia alguna. En cualquier caso, San Valentín o el Día de los Enamorados —la festividad que se celebra hoy— es una excusa inmejorable para disfrutar de una comedia romántica de las imperdibles. Acá, entonces, cinco películas con las que es inverosímil no sobrevenir un buen momento.
Un sitio llamado Notting Hill
Tiene una frase, esa frase, que le hace merecer aventajar el Mundial de las comedias románticas de todos los tiempos. ¿En qué pensaba Richard Curtis cuando escribió esa cadena de “Soy solo una chica de pie frente a un pequeño pidiéndole que la ame”? ¿Cómo pudo, en una sola pregunta, resumir de forma tan sencilla y tan rotunda a la desesperación misma del afecto?
Un sitio llamado Notting Hill (1999) tiene la fórmula perfecta: una reverso extraordinaria en la ecuación de pequeño conoce chica, dos actores en su mejor momento, una locación de ensueño, exquisitos secundarios y el tipo de canción que necesita de un destinatario al que dedicársela con toda la ternura posible.
“She”, de Charles Aznavour en interpretación aterciopelada de Elvis Costello, es el himno que sella el bienquerencia inverosímil entre William Thacker (Hugh Grant), impresor flacucho y más admisiblemente amargado, sino melancólico, que atiende en una papelería del Notting Hill del título cuando a su puerta llega Anna Scott (Julia Roberts), que es básicamente una suerte universal de la escalera de la mismísima Roberts.
Pasa lo que tiene que sobrevenir, contado con una ingenio de sello inglés que divierte tanto como conmueve. Se la puede revivir en Netflix, por suerte.
Su nivel de clásico romántico lo reafirma el hecho de que (pegado con El guardaespaldas) se la haya programado en cines locales para una velada como la de hoy. Tendrá funciones en el Movie de Montevideo a las 19.30 y en el de Portones a las 21.30, repetirá el miércoles 22, y aunque es un buen paseo, además está para ver en HBO Max.
En Diario de una pasión (2004) están Rachel McAdams y Ryan Gosling, hermosísimos y sufridos como esa pareja que se besa con furia bajo la precipitación en una de las escenas de beso más icónicas del cine. Ella es Allie, una muchacha adinerada y brillante que, en los Estados Unidos de los primaveras cuarenta, acepta salir con Noah (Gosling), trabajador y rebeldón que la persuade con unas estrategias que, hay que decirlo, no envejecen admisiblemente.
Los conflictos constantes, los malos modos y una diferencia social que no le cae ausencia en sandunga a la comunidad de Allie serán los principales escollos de un intenso romance que, al final, lo soportará todo. Hay una interpretación adulta de la pareja, con James Garner y Gena Rowland, que subraya la fuerza de este bienquerencia. Es infalible.
Es una de las favoritas de los millennials, que la convirtieron en tendencia cuando trascendió, en el final diciembre, que tendría una inesperada secuela.
El encanto de El descanso, que está para ver en NSNow de Nuevo Siglo, tiene mucho que ver con la identificación que consiguen sus personajes, atravesados cada uno a su forma por el dilema de la relación sexoafectiva en tiempos modernos, y además por el diferencial de su planteo, que rompe la linealidad del mundillo de la romcom.
Acá protagonizan Cameron Díaz y Kate Winslet como una rica estadounidense y una humilde británica que, para temporada de fiestas y urgidas de escaparle a los hombres que les rompieron el corazón, intercambian casas. No esperan en lo más leve conocer a cierto, pero ahí las sorprenden, a cada una por su banda, Jude Law como un viudo realizado de sensibilidad, y Jack Black ocurrente y brillante. Es además una película de bienquerencia al cine, lo que la embellece todavía más.
Como si fuera la primera vez
Henry comparte, con otros personajes de Adam Sandler, una condición de mujeriego que cambia cuando conoce a Lucy (Drew Barrymore), una chica que, por un montaña, no genera memoria a holgado plazo y vive atrapada en los últimos momentos antiguamente del choque que lo cambió todo.
El hombre, en el paradisíaco entorno de Hawái, emprende la arriesgada aventura de conquistarla una y otra vez, frente a la ojeada precavida de un entorno que no quiere que nadie salga herido.
A Como si fuera la primera vez —que está en Paramount+ y en NSNow— la aliviana el humor irracional, pero la eleva una historia de bienquerencia de esas que hacen que el espectador se pregunte quién estaría dispuesto a quererlo así, con tanta devoción. Encima tiene “Wouldn’t It Be Nice”.
Tiene 30 primaveras, pero encontrarse con ella por primera vez a esta consideración es una experiencia de lo más gratificante. Sintonía de bienquerencia (Sleepless in Seattle) es una de las mejores comedias románticas de la historia según el American Film Institute, que en su Top 10 además incluyó a Cuando Harry encontró a Sally, de la misma escritor: Nora Ephron, que repetiría dupla protagónica en otro éxito del existencias, Tienes un e-mail.
En Sintonía de bienquerencia, Meg Ryan es Annie, una periodista obstinada que viaja a Baltimore para descubrir quién es Sam (Tom Hanks), el viudo al que escuchó rasgar su corazón durante un software radial noctívago, luego de que su hijo lo animara a contar sus penas y las mujeres quedaran obnubiladas.
La producción sorteó un montón de obstáculos —iba para drama y Ephron tuvo que alegrarle la trama para conseguir financiamiento y respaldo—, y se convirtió en una de las favoritas de la crítica y la audiencia: estuvo nominada a dos Oscar, arrasó en taquilla y consolidó al Empire State Building como uno de los lugares más románticos de todo Nueva York. Está en HBO Max, y conserva su nigromancia intacta.