Escrito en ENTRETENIMIENTO el
En 2012, Mario Vargas Llosa escribía un experimentación, La civilización del espectáculo. Allí, el escritor sostenía que la aniquilación de la barrera entre lo manifiesto y lo privado en la sociedad coetáneo llevaba a la civilización por mal camino. Encima, que en estos tiempos se le da demasiada importancia al entretenimiento y que el periodismo todavía ha caído en esa trampa.
“Cada vez se tiende más a hacer de la información una diversión. Los periódicos serios no pueden prescindir de una cierta información chismográfica porque pierden lectores”, señalaba el Premio Nobel en ese momento sin aprender que un par de abriles luego sería víctima de lo mismo que criticaba.
Es que su romance con Isabel Preysler no estaba en los cálculos de nadie, y llevó a Mario Vargas Llosa a sumarse al mundo de la socialité, un mundo en el que reina la frivolidad, demasiado venidero al entorno normativo que siempre lo rodeó. Por eso, ahora que ya no forma parte de ese universo, quiere eliminar cualquier rastrillo de él de su vida. Hacer de cuenta que eso que sucedió fue una pesadilla de la que, al desplegar los luceros, ya no queda falta.
Luego de un prudente silencio y premeditadamente de su proclamación en la Sociedad Francesa, Mario Vargas Llosa ha concedido un par de entrevistas a los diarios El País y El Mundo, dos medios periodísticos serios que están a abriles luz de las revistas del corazón.
Así ha comenzado el eficaz para separar su imagen de todo lo que huela a frivolidad. Y si para eso debe desmentir a Isabel Preysler, no le tiembla el pulso en hacerlo. “La experiencia se vivió y ya está. Vuelvo a estar en mi casa, rodeado de mis libros” ha señalado Mario Vargas Llosa, dando carpetazo a su antaño relación perfecta con la ‘reina de corazones’.
Ahora que ya no forma parte de ese universo, quiere eliminar cualquier rastrillo de él de su vida
Volviendo a las fuentes
Por otra parte, la dorso al mundo normativo de Mario Vargas Llosa todavía estaría acercándolo a Patricia Llosa, su exesposa y principio de sus tres hijos. Con ella llegó a cumplir los cincuenta abriles de casados antaño de irse tras Isabel Preysler, y con ella vivió su mejor época como poeta y pensador.
Por eso, su dorso al redil normativo pareciera incluir una dorso a los brazos de Patricia. Habrá que ver si ella quiere que así sea. Por ahora, se han opuesto un par de veces a tomar pegado con sus hijos y todavía compartirán la boda de una de sus nietas, en marzo próximo.
Encima, el escritor ya le ha hecho aprender a Patricia Llosa que estaría muy adecuado si lo acompaña el próximo 9 de febrero en el acto de proclamación de la Sociedad Francesa. Un espacio en el que Isabel Preysler quizás hubiera brillado por su seducción pero donde se hubiera sentido tan perdida como le ha sucedido a Mario Vargas Llosa en esa pesadilla de la que finalmente despertó.