El cine gachupin atraviesa una avalancha de realismo. Todas las películas nominadas en los Premios Goya pueden encuadrarse en dicho artículos. Uno de los títulos destacados en los Goya ha sido Cinco lobitos, de Alauda Ruiz de Azúa. Tanto la directora como los productores han ostensible que se prostitución de una película sobre la «maternidad». Sin atreverme a discrepar con sus creadores, me ha parecido más aceptablemente una película sobre el «matriarcado».
El argumento se centra en las relaciones de un casorio anciano con su única hija (interpretada por la premiada Laia Costa), que acaba de ser raíz y que, encontrándose en precaria situación económica, se instala a radicar con ellos en su casa, en una ciudad pequeña, costera, del País Vasco.
A partir de ese momento, la dinámica de la obra no dependerá de la mancebo raíz, enfrascada en el cuidado de su bebé y preocupada por las tensas relaciones con su pareja, el padre del peque, con quien no está casada y corre el aventura de romper. Será la raíz, la ama Begoña (encarnada por la igualmente premiada Susi Sánchez) quien provoque una situación tras otra de tensión, tanto en sus relaciones con su hija como con su marido, el aita, un personaje con una curiosa mezcla de terquedad, amor y ternura, que Ramón Barea consigue construir con su habitual solvencia.
En esa pugna por el poder interno de la clan será la raíz quien imponga su ley, a medias edificada sobre la antiquísima tradición matriarcal de los vascos, a medias sobre su propio e irascible carácter. Esta Begoña de Cinco lobitos, encerrada en sí misma, hogareña y servicial unas veces, las más distante o cáustica, con un punto, incluso, de determinación, será quien invite a pensar a los espectadores en el matriarcado, o más aceptablemente en su agonía. Porque de ninguna forma su hija, a la que mantienen acogida próximo con su bebé, va a heredar su musculoso carácter ni su forma áspera e independiente de entender la clan o la vida.
¿Se estará perdiendo en la civilización vasca esa subterránea y materna dictadura sobre el clan conocido? Si es así, ¿estará ocurriendo correcto a una supuesta alzamiento de las jóvenes vascas contra esa forma de opresión? En Cinco lobitos, cuya trama concluye abierta, no queda claro. Pero, puesto que, en la existencia, tantísimas situaciones siquiera tienen punto final, y esta es una película realista, da un poco lo mismo…