En Esquire nos tomamos muy en serio nuestra gusto de servicio notorio y hoy siquiera vamos a fallarte. A estas gloria del día sabrás de sobra que es San Valentín. Costal la bloque (o prepárate para brindar pestañas de Safari como si no costaran) y apunta: te hemos dejado una colección de las mejores canciones de coito de la historia, algunos poemas de coito bonitos y cortos para consagrar a cualquiera, una inventario de regalos perfectos para sorprender a tu pareja por San Valentín, un puñado de frases reales —e imposibles de creer— vistas en Tinder que deberías evitar si pretendes retornar a advenir este día acompañado alguna vez en la vida… Hasta tenemos nuestro ranking de las mejores películas románticas de todos los tiempos, aunque en San Valentín la cosa cinematográfica funciona de forma distinta. En una aniversario como esta, las películas son más apropiadas cuanto más cursis y relamidas resultan, incluso aunque sean malas con ansia. El escala cambia por San Valentín. Si eres capaz de ajustar ese filtro, un sufrimiento que te ahorras. Nosotros lo hemos hecho —adaptar la vara de valorar cinéfila a las deyección específicas de la festividad— encajado antiguamente de ver Tu casa o la mía, la película más tino en Netflix estos días.
¿Cómo es Tu casa o la mía, la envite de Netflix para San Valentín con Ashton Kutcher y Reese Witherspoon?
Mala. La respuesta es mala. No pasa carencia, no siempre nos puede interesar una película (y seguramente no sea lo que más interese al potencial espectador en un día como hoy), pero debemos ser justos contigo: has llegado aquí buscando entender si Tu casa o la mía es una candidata apta para una indeterminación romántica de sofá, frazada, cena más o menos sofisticada y película en una plataforma de streaming y nosotros te debemos una explicación. Y esa explicación que os debemos, decía Pepe Isbert en una de Berlanga, os la vamos a retribuir. ¿Merece la pena ver la película que lo peta hace poco en Netflix, en términos generales? No. Ahora proporcionadamente, ¿te podría funcionar como material para tener de fondo en una aniversario señalada como esta, donde quizá lo más importante no sea la profundidad de las actuaciones, lo estimulante del estilo visual o el mejora de los temas de la historia? Pues lo más probable es que sí.
Tu casa o la mía es una romcom con todas las de la ley, con sus lugares comunes, su superficialidad y su acercamiento blanco a las relaciones humanas de todo tipo. Al mismo tiempo, como las buenas romcoms, incluso es entrañable, tiene un buen casting principal y se disfruta como quien bebe un vaso de agua. La película más tino del catálogo de Netflix cuenta la historia de Peter y Debbie, unos personajes cuyos nombres nosotros ya habíamos olvidado en el poco rato que ha pasado entre la aparición de los créditos finales y el momento de sentarnos a escribir (y apostamos a que a ti te pasará lo mismo). Peter y Debbie, decíamos, son dos amigos de toda la vida que viven cada uno en una punta de Estados Unidos. Posteriormente de cohabitar la indeterminación que se conocieron, han mantenido vigésimo añazos de pulcra y asexuado amistad. Sin requisa, cuando las circunstancias los obligan a advenir una semana en la casa del otro, descubren que quizá sí que haya poco más tras la portada de su relación.