La señora de 93 primaveras dio clases a personalidades como Alejandro Fernández y reconocidos cantantes de ópera
¿Estamos mejor o peor que en el pasado? ¿Qué le desidia a la ciudad? ¿Cuál es la historia de sus habitantes? Platicamos con tres personajes de Guadalajara que nos responden a estas preguntas.
A sus 93 primaveras, los luceros de la maestra Tere de Zambrano brillan al departir del cariño que ha recibido de los jaliscienses que disfrutaron de su talento y creaciones. Conocida por ser la primera jalisciense que hizo zarzuela en Guadalajara, y por dar clases a personalidades como Alejandro Fernández y a distintos cantantes de ópera, la señora es pilar de una clan de artistas tapatíos: Adriana Zambrano, su hija, y sus nietas Michelle, Dania y Nazarena Zambrano. Por otra parte de que su marido fue Salvador Zambrano Oregel, miembro fundador y concertino honorario de la Orquestina Filarmónica de Jalisco, quien falleció hace dos primaveras.
Le decían “la maestra que hace cantar a las piedras, porque tuvo muchos alumnos que salieron cantando y andan por todo el mundo”, recuerda Adriana, su hija.
Sentada en la sala de su casa, la maestra Tere cuenta que tenía 23 primaveras cuando empezó a estudiar en la recién creada Escuela de Música de la Universidad de Guadalajara. Inició con clases de piano, pero la invitaron a la clase de canto. Allí conoció a su marido. “Él ya tenía tiempo allí, pero me dijo: ‘sin asimilar que existías, te deseaba. Antaño de conocerte, te adiviné, llegaste en el momento en el que te esperaba. No hubo sorpresa alguna cuando te hallé’. Esa es una canción que me dedicó, se fuego El Presentimiento. Fuimos muy felices por 65 primaveras”, destaca con alegría.
Entre los trabajos que le dieron más satisfacción resalta la creación y dirección del Taller de Zarzuela “Pepita Embil”, origen de Plácido Domingo, quien acudió a la inauguración del esquema, y el software de México Antiguo, un espectáculo que unía canto, bailable y acto, con el que recorrió los principales teatros de Jalisco y de México. “Tenía muchas ganas de hacer poco y me fue muy perfectamente porque aquí en Guadalajara gustaba mucho la zarzuela”.
Otro aspecto importante de su carrera fue cuando le organizó un homenaje a Gabilondo Soler “Cri Cri”, en el Teatro Degollado; el primero que el músico recibió en vida y al que asistió personalmente. “Tuvo mucho éxito, tanto que me pedía que lo volviera a hacer. En México le habían hecho varios homenajes y no había querido ir, por eso fue poco raro que viniera. Nos trató muy perfectamente”, destaca la maestra.
Traen el talento en las venas
La maestra Tere de Zambrano tuvo tres hijas y un hijo. Adriana, una de ellas, recuerda que ella participaba en casi todas las obras de su origen. “Desde chica supe lo que quería, que era salir en la televisión. Eso lo traes en las venas”. Incluso se inscribió a escondidas en un concurso de canto, el cual ganó. A posteriori se casó y se fue a estar a Manzanillo, donde hizo un software de radiodifusión para niños. Y en Guadalajara participó en otro concurso de canto, en donde volvió a resultar triunfadora.
“Me fui a la Ciudad de México, me ofrecieron varias becas, me jaló Televisa y fue donde empecé mi carrera artística. Estuve cinco primaveras, posteriormente me fui a TV Mexica, Telemundo, y TeleMéxico”. Dice que asimismo tiene preparación en ballet y dirección de acto. “Mi mamá y mi papá nos inculcaron siempre estudiar. Me gusta cantar, pero lo que más me gusta es la televisión, tengo varias series”.
Adriana tuvo tres hijos, de los cuales, Michelle Zambrano fue la que siguió con la vena artística; de la maestra Tere aprendió diferentes técnicas de canto, y música con su antecesor Salvador Zambrano. Ahora es actriz, danzadora y cantante. “Estoy dando clases de canto con la técnica italiana”.
La señorita recuerda que su antecesor le enseñó a trabajar en la consistencia. “Estudiar, prepararse mucho y tener mucha paciencia porque en algún momento, si tu trabajas, te va a aparecer el sueño”. Asimismo estudió la carrera de Ingeniería de Innovación y Diseño, y creó la marca Michmo.paint.
Sobre su nuncio hermoso, resalta: “a veces no dimensionas con quién vives. He ido a audiciones y me preguntan si soy pariente de la maestra Zambrano. O del músico Zambrano. Hace poco fui al Sureño y canté una canción con un mariachi. Y siempre los mariacheros lo conocían. Fue músico en la Universidad de Guadalajara. Ellos son mi maduro currículum y yo me siento muy orgullosa de tenerlos como abuelos, y a mí mamá como actriz”.
“No hay que perder el sentido de comunidad”
El padre Antonio Gutiérrez Montaño, vocero de la Arquidiócesis de Guadalajara, considera que para que la ciudad sea mejor, necesita no perder el sentido de comunidad, porque cuando nos portamos de forma individualista, buscando cada quién solucionar sus plenas, olvidamos que lo que hacemos incide en la vida de los otros. Para ello, propone que haya más unión entre los creyentes católicos y aportaciones para crear la comunidad. “Empezando por las familias, la sociedad es una clan ampliada”.
Gutiérrez Montaño remarca que anteriormente por las características de la ciudad, en muchos barrios, sobre todos los tradicionales, se hacían comunidades donde todos se conocían y se admiraban. “Compartían diferentes tradiciones de carácter religioso, principalmente para momentos más significativos como Navidad, Semana Santa, Pascua”.
Explica que esto comenzó a cambiar porque muchas personas ya no se identifican con los lugares donde viven, y por consecuencia no se sienten ligados a las parroquias. “Es una diferencia sustancial entre la Guadalajara de hace 50 primaveras y la flagrante en el aspecto de religión. Desde este punto de clarividencia aunque puede suceder las mismas devociones, el modo de vivirla se ha diversificado”.
“Ninguna época ha sido mejor que otra”
A la pregunta ¿estamos mejor o peor que en el pasado?, Jaime Olveda Legaspi, universitario del Sección de Historia del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, explica que las ciudades van creciendo y sus problemas y contextos cambian de acuerdo al contexto internacional. “No es igual la vida tranquila del siglo XVI, a la Guadalajara de 200 primaveras posteriormente o a la de ahorita. Siempre han habido problemas, comodidades e incomodidades. Creo que ninguna época ha sido mejor que otra. Todo depende del tiempo en que veamos ese pasado”.
Detalla que la ciudad ha pasado por muchos problemas sociales y urbanos, de acuerdo a la demografía, del número de habitantes y el contexto doméstico e internacional. “Ahora nos estamos enfrentando a problemas que no existían hace 50 primaveras, como la inseguridad. Por otra parte, hace desidia resolver el problema de la contaminación ambiental”.
“Cada 14 de febrero recordamos la término en que se refundó Guadalajara, pero hay más cosas, como los grandes cambios, eso sirve para conocernos y reforzar la identidad”.
CT