“Nosotras solo haremos películas de ciencia ficción o del Oeste cuando hayamos superado la reparación histórica”

En la antesala de los Premios Goya, EL PERIÓDICO DE CATALUNYA ha reunido a varios nominados en la estampado de este año para nutrir un diálogo sobre la buena cosecha del cine castellano y el catalán de 2022, las perspectivas de futuro y el licenciatura generacional. Hemos conversado con Carla Simón, directora de ‘Alcarràs’ (nominada en 11 categorías, entre ellas película y dirección); el dramaturgo y argumentista Guillem Clua (guion adaptado por ‘Los renglones torcidos de Altísimo’); Mikel Gurrea, director de ‘Suro’ (película candidata a la mejor dirección novel y actriz protagonista) y Pilar Palomero, quien todavía compite en las categorías de película y dirección por ‘La cuidadoso’. Telefónicamente se han sumado Elena López Riera (dirección novel por ‘El agua’), que se encuentra en París promocionando su filme, y Valèria Sorolla (actriz revelación por ‘La consagración de la primavera’), que está representando en Madrid una obra de teatro.

Jubilación generacional

 Décimo y premios importantes en festivales internacionales, respuesta comercial buena o aceptable, críticas excelentes… La cosecha de 2022 es una de las mejores en décadas. “Es en realidad anormal, pero todavía tiene mucho que ver con la pandemia”, apunta Carla Simón. “Mi película y la de Elena López Riera tendrían que haberse hecho antiguamente. Se ha producido una especie de embudo de títulos, pero todavía hay un licenciatura generacional, concurrencia más pipiolo buscando nuevas formas y temáticas para tratar”. El embudo lo ha proporcionado una situación anómala e inesperada, pero más allá de eso, “creo que es una situación buena que está aquí para quedarse”, recalca la directora de ‘Alcarràs’.

 De hecho, 2023 todavía empieza con fuerza en cuanto a los festivales más prestigiosos, ya que ‘20.000 especies de abejas, de Estibaliz Urresola, competirá en Berlín. “Tengo la sensación de que hay experiencias que se han ido cocinando a lo dadivoso de los últimos primaveras y de las que ahora vemos los frutos”, añade Mikel Gurrea. “Es poco que tiene que ver con delirar, los laboratorios donde se desarrollan proyectos, las escuelas de cine, la conexión que se establece entre los cineastas. De alguna forma, la comunidad se ha expandido y hay más heterogeneidad. Para que exista una cinematografía sana es necesaria esta convivencia de muchos modelos distintos”, comenta el director de ‘Suro’.

 “Yo siquiera tengo la sensación de que esto sea anormal, una chascarrillo”, asegura Guillem Clua. Según el argumentista, “hemos sembrado en muchas direcciones, géneros, formatos. La agricultura extensiva –¡estamos muy rurales!– se ha de cuidar extensivamente. Si solo riegas en uno solo de los campos, mal asunto. Diversificar, dar voz a quien no la tenía, potenciar el cine de mujeres, pero si no hay extensión nos condenaremos a hacer siempre películas de bajo presupuesto”. 

Del ‘blockbuster’ al cine más práctico

 Y añade Clua que “por otro flanco es un relato maravilloso, una película que empieza muy pequeña, llega a un festival determinado y arrasa. Muchos productores piensan que esa es la fórmula, la cagueta de los huevos de oro. Pero hemos de hacer de todo, desde el ‘blockbuster’ hasta el cine más práctico”. Poco tan simple, pero tan complicado de conseguir hoy en día, como es tener un tejido industrial sólido. “Que haya medios para poder valer riesgos”, sugiere Gurrea, ya que “cuando haces una película empiezas de cero, pero si las cosas van proporcionadamente te atreves un poco más, asumes más riesgos, y de este modo tendremos una cinematografía más rica, diversas, plena y potente”.

 “Coincidimos en que ha sido un buen año, con una exposición internacional como hacía tiempo que no se veía”, incide Elena López Riera. “En Francia, por ejemplo, les empieza a sonar esto de un nuevo cine castellano, pero llega posteriormente de un trabajo intenso de muchos primaveras. En una entrevista en ‘Le Monde’ me preguntaron si me sentía parte de este nuevo cine. A mí me hace ilusión porque es concurrencia que admiro, de la que me siento cercana, nos intercambiamos guiones, Carlos Aperitivo es mentor de mi próximo plan”. Para Pilar Palomero, “los laboratorios que han surgido en los últimos primaveras nos han permitido conocer a mucha concurrencia, todavía internacionalmente. Y tener más llegada, porque cuando yo empecé a estudiar no existían programas de gobierno de proyectos como La Incubadora. No conocía otro medio de entrar en la industria que hacer un corto y cobrar un premio en un festival”.

Temas olvidados y silenciados

 Desde la perspectiva de la interpretación, Valèria Sorolla destaca la proyección internacional de muchas de estas películas. Este momento “ha coincidido con mi entrada en el audiovisual. Notó mucha arrebato y la sensación de no detener de ver propuestas potentes y diferentes. Me gusta ser animoso, pero amotinar películas no depende solo de la capacidad artística. En mi caso, intento estar cerca de personas creativas, todo depende que te llegue una buena idea”.

 Estamos en un momento crucial en el que emergen nuevos temas y miradas, y hay una notoria oleada de directoras que imponen otras formas de contar y de notar. “La reglamento es importante en este sentido, yo estoy muy a crédito de la discriminación positiva, al menos por un tiempo, posteriormente deberá acabarse”, esgrime Simón. De este modo surgen películas en las que se plantean temas olvidados, o directamente silenciados. La directora de ‘Estiu 1993’ recuerda que sigue habiendo poco patrimonio para hacer cine, y que esta nueva procreación está acostumbrada a realizar películas de forma precaria y haciendo muchas renuncias. Simón: “Me interrogo porque tenemos tantos temas en popular las directoras, y la respuesta no es que ahora haya más mujeres dirigiendo, sino que hay ciertos temas que no se tocaban, la maternidad, la clan, la adolescencia. Nosotras solo haremos películas de ciencia ficción o del Oeste cuando hayamos superado la reparación histórica a nivel temático”.

 ¿Se está imponiendo el tema, de lo que hablan las películas o las series (sea maltratos, racismo, identidad sexual, desahucios), sobre la forma, el jerga? “Si, es muy evidente, y no debería ser así, y me preocupa”, alega Simón. Según Gurrea, “todos y todas hemos de trabajar para que los cambios no sean simples modas, se queden y generen esta riqueza, pero si se hacen las películas en función de un tema de presente, seguramente nos estaremos equivocando si lo que queremos es gestar un tejido sostenible”.

Los deshaucios, ¿de moda?

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La presente es todavía un término discutible. “Tu puede creer que ahora poco es coetáneo”, añade el director, “pero con los tres o más primaveras que pueden acontecer hasta que levantes una película, igual ese tema ya ha pasado. El tema es muy interesante, pero hemos de ser exigentes los creadores, los festivales, la prensa, desde dónde se tratan las cosas”. Para Clua, “la responsabilidad máxima es de los productores. Se proponen temas porque ahora están de moda, o funcionan en los festivales, y les es igual el contenido, quieren que sea una película de desahucios, un drama social, y a partir de aquí hacer el Excel y si tengo tantas mujeres tengo tantos puntos, y no importa el resultado hermoso”.

 El licenciatura generacional parece un hecho –“es inexcusable”, confirma Sorolla–, así como la sensación de comunidad. Simón y López Riera coincidieron en Cinéfondation de Cannes, Simón y Gurrea estudiaron cine en Londres, comparten técnicos, se llaman cuando tienen dudas en el rodaje… De los cinco nominados a la mejor dirección, Alberto Rodríguez (‘Maniquí 77’) es el que lleva más tiempo. Palomero recuerda que Rodríguez “decía que estaba acostumbrado a ser el más pipiolo en los Goya y ahora es el senior”.