Uno de los galardones más destacados de la ceremonia de los Óscar, que este año se celebrará el domingo 12 de marzo, es el premio a la actriz y al actor de reparto. Con él se reconoce la contribución decisiva de estos intérpretes al argumento y la trama, a cómo dan profundidad, contexto e interlocución a los protagonistas.
Hay pocas películas entretenidas o exitosas que cuenten solamente con actores protagonistas: los monólogos largos en el cine pueden ser monótonos y, en la mayoría de los casos, les prestamos atención solo una vez. La escasez de personajes de reparto resta coloración, matices y reflejos a las películas porque el cine muestra aspectos de nuestra vida, que tiene naturaleza social.
En el medio audiovisual, tanto el drama como la comedia requieren de interacción, conexiones y maridajes entre diversos personajes. En esa polifonía novelística, los actores de reparto realzan y apuntalan a las figuras principales. Su interacción en la entusiasmo y los diálogos otorga singularidad y tonalidad a las estrellas.
Brillantes actores de reparto
En ocasiones, algunos buenos actores de reparto equilibran a protagonistas mediocres y proveen el dramatismo necesario para liberar una película. Puede comprobarlo con los filmes donde hay nominaciones para actores de reparto y no para los principales.
Hay algunos ejemplos épicos. De Eva al desnudo presente las interpretaciones de George Sanders, donde encarna al cínico crítico teatral que encumbra a la protagonista, y la de Thelma Ritter, que en esa misma película trabaja como devota sirvienta de la diva interpretada por Bette Davis. Ritter fue una de las actrices más nominadas de la historia, aunque no recibió ningún premio.
Algunos galardonados con el Óscar en esta categoría incluso han recibido, antaño o posteriormente, el premio a la mejor actriz o actor principales. Ejemplos notables son los de Meryl Streep, Jessica Lange, Denzel Washington y Jack Nicholson. Quizás la prueba del algodón es predominar en papeles de reparto, porque el desafío es sobresalir sobre los protagonistas, que cuentan con más tiempo de pantalla.
Secundarios de texto
Un aberración comparable sucede en la letras, donde una narración alcanza perspectiva con la pluralidad de personajes.
Los novelistas consumados que escribían novelas por entregas, como Arrojado Tolstói o Charles Dickens, despuntaban en el contrapunto, alternando historias de personajes principales y secundarios, que iban convergiendo en torno a un desenlace global.
Los secundarios aportan credibilidad y realismo a la trama, por otra parte de apoyar a los perfiles principales. Sin el Doctor Watson, Sherlock Holmes nos parecería un megalómano pedante.
De forma parecida, sin el contrapeso de Sancho Panza, relegaríamos a Don Altruista a un personaje delirante y disparatado.
Entre líderes y subordinados
La proximidad de los actores de reparto es muy útil para explicar el rol de la mayoría de las personas en las organizaciones. En la primera sesión de mi curso de Táctica suelo anticipar a mis alumnos, jóvenes directivos con una perduración media de 30 abriles, que no todos llegarán a ser consejeros delegados porque en las empresas sólo hay sitio para uno y las probabilidades de entrar a serlo son limitadas. Con independencia de sus capacidades y trabajo, la suerte o la serendipia juegan incluso un papel fundamental en entrar a ese cargo.
Generalmente no nos percatamos de que el éxito de las empresas no depende solamente –ni siquiera principalmente– de su mentor delegado, sino más adecuadamente del reparto de trabajadores y directivos que las conforman. Sin requisa, se le ha regalado primacía al observación del liderazgo desde la perspectiva de los altos directivos y muy poca atención al papel de sus seguidores o subordinados –la gran mayoría de generadores de valencia en una estructura–.
Igualmente la opinión pública y los analistas económicos confieren peculiar trascendencia a los jefes máximos. Así, en ocasiones, la salida del más parada directivo de una empresa genera sobrerreacciones en los mercados de títulos.
Liderazgo compartido
En verdad, las grandes corporaciones y las empresas adecuadamente gestionadas se articulan sobre sistemas de gobierno con pesos y contrapesos: una distribución del poder y sistemas de sucesión que garantizan la continuidad en la encargo, con independencia de las personas.
La concentración excesiva de atribuciones en una sola persona debería ser censurada por los grupos de interés (propietarios, directivos, inversores, empleados, proveedores, clientes…) de una empresa. Aunque, inevitablemente, se tiende a identificar a cualquier institución (países, empresas, religiones…) con su principal dirigente.
Generalmente se hace remisión a los equipos de trabajo como los grandes generadores de los triunfos en las empresas. Prefiero charlar de liderazgo compartido o, incluso, de líderes y seguidores, porque incluso en los equipos hay un adalid que decide y otros que implementan, aunque haya debate y multiplicidad de opiniones.
El realce en el género supone una mitificación de lo que en verdad son individuos que contribuyen al esquema de forma diferente e incluso desigual. El encomio del equipo como entidad generadora de ideas promueve el pensamiento de género, un síndrome que elimina la capacidad crítica, la innovación y la renovación.
Desempeñarse con donaire
En la vida, en las empresas y en las organizaciones, casi todos los participantes forman parte del reparto, son seguidores, empleados, al menos durante la anciano parte de sus vidas, porque, incluso si se llega al puesto más parada de la estructura, normalmente es por un periodo escaso.
La subordinación a otras personas no es en sí mismo poco película. De cada uno depende el cómo aprovecha el papel que le toca o que elige brincar adentro de una estructura, y lo convierte en la mejor comportamiento posible, como sucede con los intérpretes de reparto en las películas.
Se puede educarse mucho del donaire de los grandes actores y actrices de reparto para hacerse cargo con sosiego, y hasta con regocijo, los papeles secundarios a desempeñar en el ámbito profesional. Cuando se es verde porque todavía quedan por recorrer las curvas de la experiencia, error pescar pericia, robustecer la inteligencia y el sentido global que se atesora con el paso del tiempo.
La impaciencia es mala consejera, distinta de la sana y prudente avidez que puede resistir a acometer grandes misiones.
Impaciencia joven
Me parece desacertada la ademán de algunos jóvenes que, en sus primeras etapas profesionales, cambian de empresa si no obtienen una promoción cada tres abriles, con independencia de su desempeño o de las circunstancias. Quizás algunos expertos y coaches hayan sido cómplices de instilar esa regla.
No obstante, la permanencia en la misma empresa puede producir mejores opciones de promoción y de alcanzar a la cúspide que la mudanza periódica en rastreo de mejoras.
Lo que suelo encomendar a mis alumnos es que intenten desaguarse de los patrones, que piensen y actúen fuera de la caja o preferiblemente sin caja.
Perder la corona
Las lecciones de los actores de reparto ganan importancia en las etapas provectas de las carreras profesionales, especialmente para aquellos que han ostentado las dignidades más altas en la empresa, la política, las artes o cualquier otro oficio.
Es arduo ceder el trono y adaptarse a formas modestas de tratamiento cuando se ha vivido en la cima.
Antiguamente el rito de terminación del mandato de los rectores era denigrante. Se congregaba al claustro de la universidad y se despojaba al saliente de la toga negra y los adornos del atavío rectoral, como expresión de su pérdida de poder y envés a la función profesoral.
Por fortuna esta ceremonia ya no existe, aunque entiendo que su significado podría estar relacionado con el carácter temporal de las tareas de dirección, asiduamente saludable para las instituciones.
Algunos piensan que posteriormente de alcanzar el cénit profesional, de activo detentado puestos como mentor delegado, presidente o director caudillo, otras responsabilidades más menudas no serán tan satisfactorias, no reportarán el inspección ni estarán asociadas con la púrpura de las más altas ocupaciones. Como así sucede en la mayoría de los casos, es aconsejable prepararse para la nueva situación, preferiblemente antaño de ceder formalmente el puesto.
Adaptarse al cambio
De vez en cuando conozco a altos directivos que no asimilan la despedida de los puestos de poder. El divismo no es un síndrome vinculado solamente a artistas y actores. Es incluso frecuente entre muchos que han ejercido un liderazgo activo, especialmente en el ámbito empresarial.
El malogrado que dejan las responsabilidades sobre personas y fortuna se suele satisfacer con la dedicación a la clan y el cultivo de nuevas aficiones. Pero siempre permanece la querencia a desempeñar funciones semejantes a las que se ocuparon antiguamente.
Por eso es conveniente plantearse, al salir de un periodo de altas responsabilidades, al menos las tres recomendaciones siguientes:
1. La verdad es que en la etapa provecta de la vida hay oportunidades para predominar, incluso con más intensidad que antaño. Immanuel Kant, uno de los filósofos más influyentes de la historia, publicó La crítica de la razón pura, su obra más importante, a los 63 abriles. En el mundo empresarial es destacable el impacto que han tenido tras sus mandatos líderes comoJack Welch o Richard Branson. En el mundo del cine, donde la duración tiene un coste, Anthony Hopkins ganó su posterior Óscar a los 83 abriles.
2. La humildad es una virtud fundamental para seguir aprendiendo en cualquier etapa de la vida, especialmente cuando se han ocupado los más altos puestos, y incluso en fases longevas. Es muy satisfactorio entender que se pueden estudiar cosas nuevas y, por otra parte, esa disposición es beneficiosa para el cerebro y la salubridad física y mental.
3. Estéticamente, es preferible hacerse cargo los descensos con elegancia. La reacción atribulada convierte las expectativas de los cargos en decadencia, mientras que la tranquilidad en esas variaciones proyecta seguridad y fortaleza.
Advenir del protagonismo a un papel de reparto no es el crepúsculo de una carrera profesional. La verdad es que la mayoría somos seguidores con más frecuencia que líderes. Ser seguidor no es ser meramente figurante. Napoleón y sus generales no hubieran manada sus batallas sin sus soldados, sargentos y tenientes.
Este artículo, que es una traducción del publicado originalmente en LinkedIn, ha sido publiucada en ‘
Uno de los galardones más destacados de la ceremonia de los Óscar, que este año se celebrará el domingo 12 de marzo, es el premio a la actriz y al actor de reparto. Con él se reconoce la contribución decisiva de estos intérpretes al argumento y la trama, a cómo dan profundidad, contexto e interlocución a los protagonistas.
Hay pocas películas entretenidas o exitosas que cuenten solamente con actores protagonistas: los monólogos largos en el cine pueden ser monótonos y, en la mayoría de los casos, les prestamos atención solo una vez. La escasez de personajes de reparto resta coloración, matices y reflejos a las películas porque el cine muestra aspectos de nuestra vida, que tiene naturaleza social.
En el medio audiovisual, tanto el drama como la comedia requieren de interacción, conexiones y maridajes entre diversos personajes. En esa polifonía novelística, los actores de reparto realzan y apuntalan a las figuras principales. Su interacción en la entusiasmo y los diálogos otorga singularidad y tonalidad a las estrellas.
Brillantes actores de reparto
En ocasiones, algunos buenos actores de reparto equilibran a protagonistas mediocres y proveen el dramatismo necesario para liberar una película. Puede comprobarlo con los filmes donde hay nominaciones para actores de reparto y no para los principales.
Hay algunos ejemplos épicos. De Eva al desnudo presente las interpretaciones de George Sanders, donde encarna al cínico crítico teatral que encumbra a la protagonista, y la de Thelma Ritter, que en esa misma película trabaja como devota sirvienta de la diva interpretada por Bette Davis. Ritter fue una de las actrices más nominadas de la historia, aunque no recibió ningún premio.
Algunos galardonados con el Óscar en esta categoría incluso han recibido, antaño o posteriormente, el premio a la mejor actriz o actor principales. Ejemplos notables son los de Meryl Streep, Jessica Lange, Denzel Washington y Jack Nicholson. Quizás la prueba del algodón es predominar en papeles de reparto, porque el desafío es sobresalir sobre los protagonistas, que cuentan con más tiempo de pantalla.
Secundarios de texto
Un aberración comparable sucede en la letras, donde una narración alcanza perspectiva con la pluralidad de personajes.
Los novelistas consumados que escribían novelas por entregas, como Arrojado Tolstói o Charles Dickens, despuntaban en el contrapunto, alternando historias de personajes principales y secundarios, que iban convergiendo en torno a un desenlace global.
Los secundarios aportan credibilidad y realismo a la trama, por otra parte de apoyar a los perfiles principales. Sin el Doctor Watson, Sherlock Holmes nos parecería un megalómano pedante.
De forma parecida, sin el contrapeso de Sancho Panza, relegaríamos a Don Altruista a un personaje delirante y disparatado.
Entre líderes y subordinados
La proximidad de los actores de reparto es muy útil para explicar el rol de la mayoría de las personas en las organizaciones. En la primera sesión de mi curso de Táctica suelo anticipar a mis alumnos, jóvenes directivos con una perduración media de 30 abriles, que no todos llegarán a ser consejeros delegados porque en las empresas sólo hay sitio para uno y las probabilidades de entrar a serlo son limitadas. Con independencia de sus capacidades y trabajo, la suerte o la serendipia juegan incluso un papel fundamental en entrar a ese cargo.
Generalmente no nos percatamos de que el éxito de las empresas no depende solamente –ni siquiera principalmente– de su mentor delegado, sino más adecuadamente del reparto de trabajadores y directivos que las conforman. Sin requisa, se le ha regalado primacía al observación del liderazgo desde la perspectiva de los altos directivos y muy poca atención al papel de sus seguidores o subordinados –la gran mayoría de generadores de valencia en una estructura–.
Igualmente la opinión pública y los analistas económicos confieren peculiar trascendencia a los jefes máximos. Así, en ocasiones, la salida del más parada directivo de una empresa genera sobrerreacciones en los mercados de títulos.
Liderazgo compartido
En verdad, las grandes corporaciones y las empresas adecuadamente gestionadas se articulan sobre sistemas de gobierno con pesos y contrapesos: una distribución del poder y sistemas de sucesión que garantizan la continuidad en la encargo, con independencia de las personas.
La concentración excesiva de atribuciones en una sola persona debería ser censurada por los grupos de interés (propietarios, directivos, inversores, empleados, proveedores, clientes…) de una empresa. Aunque, inevitablemente, se tiende a identificar a cualquier institución (países, empresas, religiones…) con su principal dirigente.
Generalmente se hace remisión a los equipos de trabajo como los grandes generadores de los triunfos en las empresas. Prefiero charlar de liderazgo compartido o, incluso, de líderes y seguidores, porque incluso en los equipos hay un adalid que decide y otros que implementan, aunque haya debate y multiplicidad de opiniones.
El realce en el género supone una mitificación de lo que en verdad son individuos que contribuyen al esquema de forma diferente e incluso desigual. El encomio del equipo como entidad generadora de ideas promueve el pensamiento de género, un síndrome que elimina la capacidad crítica, la innovación y la renovación.
Desempeñarse con donaire
En la vida, en las empresas y en las organizaciones, casi todos los participantes forman parte del reparto, son seguidores, empleados, al menos durante la anciano parte de sus vidas, porque, incluso si se llega al puesto más parada de la estructura, normalmente es por un periodo escaso.
La subordinación a otras personas no es en sí mismo poco película. De cada uno depende el cómo aprovecha el papel que le toca o que elige brincar adentro de una estructura, y lo convierte en la mejor comportamiento posible, como sucede con los intérpretes de reparto en las películas.
Se puede educarse mucho del donaire de los grandes actores y actrices de reparto para hacerse cargo con sosiego, y hasta con regocijo, los papeles secundarios a desempeñar en el ámbito profesional. Cuando se es verde porque todavía quedan por recorrer las curvas de la experiencia, error pescar pericia, robustecer la inteligencia y el sentido global que se atesora con el paso del tiempo.
La impaciencia es mala consejera, distinta de la sana y prudente avidez que puede resistir a acometer grandes misiones.
Impaciencia joven
Me parece desacertada la ademán de algunos jóvenes que, en sus primeras etapas profesionales, cambian de empresa si no obtienen una promoción cada tres abriles, con independencia de su desempeño o de las circunstancias. Quizás algunos expertos y coaches hayan sido cómplices de instilar esa regla.
No obstante, la permanencia en la misma empresa puede producir mejores opciones de promoción y de alcanzar a la cúspide que la mudanza periódica en rastreo de mejoras.
Lo que suelo encomendar a mis alumnos es que intenten desaguarse de los patrones, que piensen y actúen fuera de la caja o preferiblemente sin caja.
Perder la corona
Las lecciones de los actores de reparto ganan importancia en las etapas provectas de las carreras profesionales, especialmente para aquellos que han ostentado las dignidades más altas en la empresa, la política, las artes o cualquier otro oficio.
Es arduo ceder el trono y adaptarse a formas modestas de tratamiento cuando se ha vivido en la cima.
Antiguamente el rito de terminación del mandato de los rectores era denigrante. Se congregaba al claustro de la universidad y se despojaba al saliente de la toga negra y los adornos del atavío rectoral, como expresión de su pérdida de poder y envés a la función profesoral.
Por fortuna esta ceremonia ya no existe, aunque entiendo que su significado podría estar relacionado con el carácter temporal de las tareas de dirección, asiduamente saludable para las instituciones.
Algunos piensan que posteriormente de alcanzar el cénit profesional, de activo detentado puestos como mentor delegado, presidente o director caudillo, otras responsabilidades más menudas no serán tan satisfactorias, no reportarán el inspección ni estarán asociadas con la púrpura de las más altas ocupaciones. Como así sucede en la mayoría de los casos, es aconsejable prepararse para la nueva situación, preferiblemente antaño de ceder formalmente el puesto.
Adaptarse al cambio
De vez en cuando conozco a altos directivos que no asimilan la despedida de los puestos de poder. El divismo no es un síndrome vinculado solamente a artistas y actores. Es incluso frecuente entre muchos que han ejercido un liderazgo activo, especialmente en el ámbito empresarial.
El malogrado que dejan las responsabilidades sobre personas y fortuna se suele satisfacer con la dedicación a la clan y el cultivo de nuevas aficiones. Pero siempre permanece la querencia a desempeñar funciones semejantes a las que se ocuparon antiguamente.
Por eso es conveniente plantearse, al salir de un periodo de altas responsabilidades, al menos las tres recomendaciones siguientes:
1. La verdad es que en la etapa provecta de la vida hay oportunidades para predominar, incluso con más intensidad que antaño. Immanuel Kant, uno de los filósofos más influyentes de la historia, publicó La crítica de la razón pura, su obra más importante, a los 63 abriles. En el mundo empresarial es destacable el impacto que han tenido tras sus mandatos líderes comoJack Welch o Richard Branson. En el mundo del cine, donde la duración tiene un coste, Anthony Hopkins ganó su posterior Óscar a los 83 abriles.
2. La humildad es una virtud fundamental para seguir aprendiendo en cualquier etapa de la vida, especialmente cuando se han ocupado los más altos puestos, y incluso en fases longevas. Es muy satisfactorio entender que se pueden estudiar cosas nuevas y, por otra parte, esa disposición es beneficiosa para el cerebro y la salubridad física y mental.
3. Estéticamente, es preferible hacerse cargo los descensos con elegancia. La reacción atribulada convierte las expectativas de los cargos en decadencia, mientras que la tranquilidad en esas variaciones proyecta seguridad y fortaleza.
Advenir del protagonismo a un papel de reparto no es el crepúsculo de una carrera profesional. La verdad es que la mayoría somos seguidores con más frecuencia que líderes. Ser seguidor no es ser meramente figurante. Napoleón y sus generales no hubieran manada sus batallas sin sus soldados, sargentos y tenientes.
Este artículo, que es una traducción del publicado originalmente en LinkedIn, ha sido publiucada en ‘