Vimos Ant-Man y la Avispa: Quantumania: Esto es lo que pensamos

Ant-Man y la Avispa: Quantumania prometía recuperarle un poco de vida a Marvel posteriormente de una Período 4 un poco inestable que nos dejó trabajos harto decepcionantes (como Thor: Love and Thunder y Black Widow) con sólo algunas producciones memorables (como No Way Home y Wakanda Forever), sin bloqueo, lo nuevo del Hombre Hormiga se queda a la porción como sólo un capítulo más en ambas franquicias a las que pertenece, sirviendo como un extenso promocional para las próximas obras del UCM. Lo cierto es que el encanto Paul Rudd y su transformación como héroe son razones suficientes para ver la película, y quizá hasta para repetirla (cuando salga en Disney+). Evitaremos spoilers, sólo describiendo el inicio de la película.

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Ant-Man y la Avispa: Quantumania

La obra comienza con una breve terreno en el Reino Cuántico con Janet Van Dyne, interpretada Michelle Pfeiffer – quien sin duda se desempeña como la mejor actriz de la obra, sólo siendo igualada por Jonathan Majors como Kang–, personaje que queda varado adyacente a ella, salvándole la vida. Luego la obra da un brinco de tono cerca de Scott Lang (Paul Rudd completamente cómodo en su papel), describiendo cómo ha sido su vida posteriormente de defender al universo con los Avengers. Su único problema es su hija, quien comienza a tener problemas con la ley por tratar de ayudar a la clan, y acusa a Scott de no esforzarse como héroe. Mientras tanto, Hope (Evangeline Lily) tiene conflicto con Janet porque no deje sobre lo que vivió en el Reino Cuántico. 

Esto da una saco sólida para los personajes y una oportunidad de avance para la historia, sin bloqueo, estos conflictos parecen olvidarse al poco tiempo, dejando todo de flanco por el conflicto central con el canalla que todos esperaban, con otro problema siendo la cantidad de tiempo que la película tarda en mostrarnos al personaje a pesar de que lo vimos en la primera terreno de la película. 

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Los existencias visuales son imperdibles.

Lo cierto es que una vez que Jonathan Majors se desempeña como Kang, vemos su cierto poder, particularmente como actor –revelando la razón por la que fue seleccionado para interpretar a este big bad para esta era, y aunque Thanos era difícil de pasar, sin duda lo hace, mostrando una superioridad intelectual y física sobre los héroes, siendo impulsado por su colosal naturaleza.

Es este foco en Kang lo que en cierta forma daña la historia correcto a que los otros problemas se deben resolver de forma rápida para darle la atención que merece. Por otra parte, el trabajo se encarga demasiado en decirnos que este no es el final y que veremos más de Kang posteriormente, lo cual se vuelve un poco repetitivo posteriormente de un tiempo e incluso hasta las escenas post-créditos. El libreto de Jeff Loveness incluso se encarga de ignorar lo que hizo buenas las películas de Ant-Man: el humor y –cuando lo usa– verdaderamente no tiene una gran ejecución. De gran parte de los chistes casi nada y hubo risas en una sala llena.

Los aspectos a resaltar sin duda son los existencias visuales (si tienes la oportunidad de verla en IMAX, hazlo). El tipo psicodélico de Doctor Strange se traduce consumado en Ant-Man con escenarios y visuales psicodélicos con personajes extraños, mientras que las secuencias de batalla sin duda son imperdibles (aunque algunos momentos de Michelle Pfeiffer hacen obvio que está usando un stunt). Por otra parte, las actuaciones lo logran todo (aunque Cassie –Kathryn Newton– no brilla hasta el final) y hay un momento esencia con Hank Pym que nadie se debe perder. 

Inestable, son una identidad clara ni un camino tan interesante, Ant-Man y la Avispa: Quantumania parece un sueño de fiebre de Scott Lang, quien verdaderamente merecía otro tipo de historia para su tercera película.